Ya estamos en marzo. Cómo pasa el tiempo. Me siguen pudiendo las intenciones. Pensaba acogerme a la socorrida enmienda del relativismo temporal pero me parece un tópico demasiado típico que en este caso no justifica nada. Sin embargo, para ser franca, he de decir que el sentimiento se parece más al sufrimiento de los pobres burgueses que quedan atrapados en la mansión Nóbile. Sólo que en este caso no son fuerzas extrañas las que me impiden acercarme a este rincón, son cuestiones muy concretas que están debidamente identificadas y reseñadas, que no controladas. Pero en fin, siempre he podido dominar la ocupación, pero la presión sigue siendo mi asignatura pendiente.
Sirva esta liberación sigilosa como preámbulo de la catarsis que me espera. Al fin y al cabo se avecinan importantes novedades. No nos saltemos capítulos.
Capítulo I
La próxima vez que pase por aquí tendré nueva capa, de las que quedan muy por encima de las otras. De las que pesan y a la vez liberan. De las que refrescan. De las que remueven el núcleo y ablandan la corteza. Nunca marzo estuvo tan lejos al principio y luego fue tan repentino. Nunca un perfil fue tan armonioso. Nunca la realidad se acercó tanto a nuestros juegos infantiles.
Esta vez no me lo contarás mientras corres conmigo hacia la escuela, no te veré la cara pero al escucharte abriré la boca más que nunca, mi corazón se acelerará más que nunca y mis lágrimas celebrarán la emoción más que nunca.
Porque Carlitos está a punto de venir a hacerte tan feliz...
Y Carlitos está a punto de venir a hacerme madrina... voy a ser madrina... voy a recibir el mejor regalo que me han hecho hasta ahora... Qué poco queda... Qué ganas tengo...