Carnal, existencialista, espiritual… Puede que haya tantos sentidos del sexo como encuentros que se entrelazan. O como cuerpos y almas que lo crean. O como soplos de sueños, delirios y furias.
No hables, no susurres, no grites. Aliena a mundos terrenales todas las palabras. En ellas no está la respuesta. Entre ellas no hay refugio posible. Acoge en silencio mis miedos y engáñalos. Lucha contra ellos y domínalos, somételos sin piedad. Enloquece mi juicio para que me aferre a ti, alucina mi imaginación hasta que resultes deidad. Conquista mi rendición, convénceme, por un segundo, de que puedes redimirme. Libérame de este peso existencial durante tan solo un destello. Únicamente.
Luego déjame abrir lentamente los ojos para descubrirte tan mortal como yo. Entonces puedes abrazar mi tristeza mientras llora la resignación.
Hasta que volvamos a ser preludio otra vez.
No hables, no susurres, no grites. Aliena a mundos terrenales todas las palabras. En ellas no está la respuesta. Entre ellas no hay refugio posible. Acoge en silencio mis miedos y engáñalos. Lucha contra ellos y domínalos, somételos sin piedad. Enloquece mi juicio para que me aferre a ti, alucina mi imaginación hasta que resultes deidad. Conquista mi rendición, convénceme, por un segundo, de que puedes redimirme. Libérame de este peso existencial durante tan solo un destello. Únicamente.
Luego déjame abrir lentamente los ojos para descubrirte tan mortal como yo. Entonces puedes abrazar mi tristeza mientras llora la resignación.
Hasta que volvamos a ser preludio otra vez.
A uno de mis cuadros favoritos de Lucian Freud.