Proyección etérea vía Matías-Simón

25 de octubre de 2011

Teoría del acto ético

17 de agosto de 2011

El primer elemento clave de la teoría Kantiana del acto ético puro reside en la distinción entre el acto realizado exclusivamente de acuerdo con el deber, y el acto sólo realizado por deber. Sólo este último es ético en sentido estricto. Uno puede actuar de acuerdo con el deber a causa de diversos intereses personales: quiere evitarse incomodidades, quiere dejar una buena impresión, espera un beneficio, etc. Para Kant, una acción de este tipo es patológica, y aunque se realice de acuerdo con el deber, nunca constituye un acto ético. Un acto ético es sólo el que se realiza exclusivamente por deber. En primer lugar, esto significa que ese acto, en sentido estricto, no tiene exterior: su fundamentación debe ser siempre una autofundamentación. Un acto no necesariamente se basa en razones externas a él (nuestros impulsos y motivos "internos" también se cuentan entre estas razones). Es posible que surja sólo de sí mismo, como idéntico a la ley moral; en caso contrario es "no puro", "patológico", en el sentido propio de la palabra. Por otro lado, ese acto no tiene exterior, en cuanto todos los efectos, consecuencias, todo lo que sigue después de él, debe abstraerse y ponerse entre paréntesis. En el acto no hay ningún después. Esto es lo que Kant repite incansablemente: un acto ético está más allá de todos los criterios de utilidad, eficacia, etc.; es -para emplear la metáfora kantiana- una joya que brilla y vale por sí misma. Lo que cuenta es sólo un acto sin propósito fuera de sí mismo, que encierra en sí su propio propósito; el único propósito de ese acto es su propia realización, siendo, por así decirlo, "un acto sin propósito". Si actuamos para obtener esto o aquello, no se trata de un acto. En última instancia, ese acto es esencialmente un producto de sí mismo. Representa algo absolutamente firme, aunque sin base. Es el punto de la firmeza y la certidumbre absoluta que flota en el vacío: es "en sí mismo".
Alenka Zupancic
TODO LO QUE USTED
SIEMPRE QUISO
SABER SOBRE
LACAN
Y NUNCA SE
ATREVIÓ A
PREGUNTARLE A
HITCHCOCK
Slavoj Zizek (compilador)

Casualidades

21 de julio de 2011

O, como diría una buena amiga, "cosas que te pasan".

Primera

El primer fin de semana iba paseando por Addis con Zerihun, nuestro referente de la ONG aquí en Etiopía. En un momento dado le comienzo a preguntar por el cine Etíope y le pido nombres de cineastas destacados. Entonces él me contesta "ese". Yo no lo entiendo bien y, pensando que me estaba dando un nombre, le insisto: "¿quién?" y me vuelve a decir: "ese". Y entonces me doy cuenta que señala. En ese instante estaba pasando por nuestro lado un famoso director Etíope, Serawit Fikre. "El alto de la chaqueta marrón. Ese, ese es un director de cine Etíope". Yo no me lo terminaba de creer, le dije mil veces que se estaba quedando conmigo, que me estaba gastando una broma... pero no, era cierto. Al parecer está promocionando su última película. Tendré que verla...

Segunda

Chaveli y yo estamos en la Sebeta. En otro pueblo (Akaki), a menos de una hora de aquí, están Alejandra y Carolina, voluntarias de la escuela Abugida, escuela que gestiona directamente la ONG. Alejandra es de Badajoz y Carolina de Huelva. Habíamos mantenido cierto contacto por el facebook con motivo de venir aquí, pero nos conocimos personalmente en Etiopía. Los fines de semana nos encontramos y viajamos juntas.
El segundo fin de semana, en el largo camino por carretera hacia Arba Minch, charlábamos las cuatro sobre un poco de todo. Comenzamos a hablar de colegios (las cuatro somos maestras) y Carolina dice: "yo tengo un amigo trabajando en un colegio de Las Palmas". Pregunto si en uno público o privado. Dice "privado". Pocas posibilidades de conocerlo entonces, no conozco a muchos maestros de la privada, y menos de infantil. Entonces nos dice que es el director de la Etapa en ese centro. Se me enciende una luz y le pregunto: "¿No se llamará Juanma, verdad?". "¡Sí!" me grita. Sí, su amigo es el profesor de mi ahijado.

No los voy a salvar

14 de julio de 2011

Lo recuerdo perfectamente. Debía tener unos seis años, eran los 80 y la televisión mostraba imágenes de la sequía que asolaba Etiopía. Nunca había visto a niños sufrir y, que eso pudiera suceder, me resultaba incomprensible y absurdo, una especie de broma de mal gusto. Esas imágenes dieron un portazo a mi construcción infantil del mundo. Le pedí explicaciones a mi madre. Ella hizo lo que pudo, pero no me convenció.

- No tienen agua.
- Nosotros tenemos, ¿por qué no les damos?
- No tienen comida.
- Nosotros tenemos, ¿por qué no les damos?
- No tienen medicamentos.
- Nosotros tenemos, ¿por qué no les damos?

Como, al parecer, era imposible que les diéramos nada le pregunté que por qué no los traíamos. "En nuestra parte del mundo no hay esos problemas, tenemos de todo. Que se vengan". Tampoco eso era posible. Lo único que parecía posible era dejarlos morir de inanición. Esa fue la primera vez que cuestioné la supuesta inteligencia adulta. Me parecieron muy poco resolutivos y no podía entender cómo a una simple niña se le podían ocurrir mil soluciones y ellos, con toda su sabiduría y experiencia, eran incapaces de abordar una cuestión, a mis ojos, tan sencilla.

Desde que tengo la poca memoria con la que luego me quedé padezco una intolerancia grave a las injusticias. Además, poseo una especie de capacidad innata para detectar emocionalmente si en una situación se da una injusticia, incluso antes de comprenderla a un nivel intelectual. No concibo vivir a otro lado que no sea al de las injusticias (y la vida me ha demostrado que las injusticias las sufren, siempre, los más débiles). No entiendo que una injusticia pueda encontrarse sola, sin gente a su alrededor luchando por acabar con ella y reparar los daños. No consigo creer que el mundo pueda tener otros planes.

Así que tomé una decisión. Cuando creciera, y fuera autónoma e independiente, tomaría cartas en el asunto. Ahorraría de mi sueldo hasta poder comprar un avión. Además, construiría casas acogedoras de un extremo a otro de Andalucía (en mi mapa mental del momento Andalucía era la zona española que quedaba más cerca de África). Cuando lograra todo esto viajaría a Etiopía y llenaría mi avión cuantas veces fuera necesario para impedir que esos niños volvieran a pasar hambre, enfermedades, necesidades... Yo, los salvaría.

Hoy tengo 34 años. El día 03 de julio de 2011 cogí un avión con destino a Etiopía. El avión no era mío y los niños se quedarán aquí cuando yo regrese. No los voy a salvar.

A cambio, ellos han salvado para mí a aquella niña de 6 años.


Homenaje a Nadie.

Etiopía: la cuenta

15 de junio de 2011

El día 1 de julio viajo con una compañera y amiga a Etiopía. Será un viaje de cooperación, a través de la ONG Mediterránea. Vamos a una escuela que carece de muchos recursos y equipamiento, por lo que necesitamos llevar gran cantidad de material desde aquí. Hemos abierto una cuenta bancaria que nos permita recibir aportaciones de aquellas personas que estén interesadas en colaborar con este proyecto.

Nos gustaría que además nos ayudaran a darle difusión.


Les informaremos y haremos partícipes de todo lo que adquiramos gracias a las contribuciones.


¡Muchas gracias!
CCC: 2085-8143-29-0330459600

Corre Porsela, corre

9 de mayo de 2011

Mi yo crisis de los 34 ha obligado a salir a correr a mi yo cuerpo que se desmorona. Mi yo responsable ha sido incapaz de protestar y mi yo absurdo ha lamentado que mis nuevas playeras nunca volverán a tener este blanco nuclear. Mi yo paranoico sufría por si estaba sonando el móvil solo en casa y mi yo por ahí no paso ha resuelto que la riñonera queda descartada para las llaves de casa. El yo empiezo a moquear si me paro sólo ha atendido al 50% de la conversación cuando me he encontrado a un compañero de trabajo y el yo todo tiene un límite se ha vuelto a casa cuando el ipod se ha quedado sin batería.

Mañana voy otra vez.

Conversaciones ausentes

18 de abril de 2011

Existe una lengua viva y despierta,
pero callada.
Perdura velada en el grito
que tu mudez amordaza.

Existe una lengua de asfalto,
leves palabras transitan
la distancia que tu memoria renuncia.

Existe una lengua huérfana y deshabitada,
pero solemne.
Carga resignada este silencio
que a dos voces declama lamentos.

Existe una lengua transparente y pura,
pero truncada.
Que no pronuncia espacio ni tiempo
porque no piensa muerte ni olvido.

Existe una lengua
que la respiración atraviesa.

Existe una lengua
que al abandono interroga.

Existe una lengua que evoca
el tenue murmullo errante
de nuestras conversaciones ausentes.

La ternura

21 de marzo de 2011

Cuando era muy joven (soltera, como dice Ella) trabajaba en una boutique de ropa. Tenía una clienta habitual que solía ir acompañada de su hijo Juanmi, un chico con Síndrome de Down. El muchacho se mostraba muy afectuoso con Ella, siempre tenía algún comentario agradable que dedicarle y Ella respondía de la misma forma con él. Podría decirse que simpatizaban el uno con el otro, así que terminaron teniéndose un gran cariño.

Cuando Ella se casó dejó la tienda, el pueblo y la Península Ibérica en general, ya que se fue a vivir a Canarias. Desde entonces regresó a visitar su tierra natal en varias ocasiones, con más o menos frecuencia, pero nunca volvió a ver a Juanmi.

Hace poco, con motivo de la muerte de su padre, estuvo por allí de nuevo. Una tarde avisó a unos familiares que iba a ir a verlos, así que salió de su casa con esa dirección. Conocía perfectamente el camino, ¡cuántas veces lo habría hecho!, pero ese día, por algún motivo que todavía no puede explicarse, se confundió de calle. Iba pensando en su error y preguntándose cómo podía haberle sucedido cuando vio a unas personas en la calle, sentadas a la puerta de una casa. Enseguida reconoció a su antigua clienta y a su hijo. No podía creerlo, había pasado tanto tiempo... Se acercó a saludar y dijo, emocionada: -Hola Juanmi. Estaba convencida de que él no la reconocería. Su madre tampoco pensaba que podría acordarse y añadió: -Juanmi, ¿no sabes quién es?

Entonces él dijo: -Conchi.

35 años después.

Orquídeas

8 de marzo de 2011

Una parece una tortuga.
Una parece un mono.
Una parece una cebolla.
Una parece una maestra de escuela.
Una parece una gimnasta.
Una parece una adolescente con piel cremosa.
Una parece una intelectual neoyorquina...
...con quien haces crucigramas en la cama.
Una parece una reina de belleza del oeste medio.
Una se parece a Amelia.
Una tiene ojos que bailan.
Una tiene ojos que contienen la tristeza del mundo.

Adaptation. (El ladrón de orquídeas).

2011. Perspectiva Nevsky

3 de enero de 2011

¿Me traerá el 2011, por fin, un viaje a San Petersburgo?

Mientras tanto me conformo con verlo a través de los ojos de Ana Karenina y de oírlo con Alice.



Un viento a treinta grados bajo cero
barría las desiertas avenidas y los campanarios.
A ráfagas heladas de metralla,
desintegraba cúmulos de nieve.
Y los fuegos de la guardia roja encendidos
para echar al lobo, y viejas con rosarios.
Y los fuegos de la guardia roja encendidos
para echar al lobo, y viejas con rosarios.
Sentados en las gradas de la iglesia,
esperábamos tras la misa que saliesen las mujeres.
Mirábamos con expresión ausente
la gracia incomparable de Niyinski.
Y luego de él se enamoró perdidamente su empresario,
y de las danzas rusas.
Y luego de él se enamoró perdidamente su empresario,
y de las danzas rusas.
Con mi generación pasé el invierno,
mujeres encorvadas sobre el telar en la ventana.
Un día en la perspectiva Nevski
me encontré por azar a Igor Stravinski.
Los orinales puestos bajo el lecho por la noche
Cine de Eisenstein por la revolución.
Estudiábamos cerrados en un cuarto,
con débil luz de velas y candiles de petróleo.
Y cuando se trataba de hablar
esperábamos siempre con placer.
Y mi maestro me enseñó
qué difícil es descubrir el alba dentro de las sombras.
Y mi maestro me enseñó
qué difícil es descubrir el alba dentro de las sombras.

Y aquí el cuento de Nicolai Gogol.

Mi 2011 huele a San Petersburgo.