- Durante la guerra, su abuelo, que
almacenaba un montón de cosas en el sótano, salvó a su familia ayudando a un alemán
que buscaba una bobina de hilo para coserse un botón del uniforme. Si no
hubiera tenido bobina, estaría muerto, y toda su familia con él. Pues bien, me
crea usted o no, en los armarios y en el sótano la señora Rosen lo tiene todo
doble. ¿Y acaso es más feliz por ello? ¿Acaso se ve mejor en una habitación
porque haya dos lámparas iguales?
- Nunca lo había pensado -digo-. Es verdad
que decoramos nuestros interiores con redundancias.
- ¿Con qué ha dicho? -inquiere Manuela.
- Con repeticiones, como en casa de los
Arthens. Las mismas lámparas y los mismos jarrones sobre la chimenea, las
mismas butacas idénticas a cada lado del sofá, dos mesillas de noche a juego,
series iguales de tarros de cristal en la cocina…
La elegancia del erizo
Muriel Barbery