Para que luego digan...

2 de noviembre de 2005

que aquí la gente no responde a los actos culturales.

Anoche Las Palmas de Gran Canaria se llenó de magia. Y todo el mundo quiso compartirla. Y la multitud, en silencio y con la respiración contenida, fue descubriendo, emocionada, rincón a rincón, la gran historia que Zorrilla un día nos regaló.

DON JUAN:¿No es verdad, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando al día,
¿no es verdad, paloma mía,
que están respirando amor?
Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita con manso aliento;
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador
llamando al cercano día,
¿no es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?
Y estas palabras que están
filtrando insensiblemente
tu corazón ya pendiente
de los labios de don Juan,
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?
Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas
convidándome a beberlas,
evaporarse, a no verlas,
de sí mismas al calor;
y ese encendido color
que en tu semblante no había,
¿no es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor?
¡Oh! Sí, bellísima Inés
espejo y luz de mis ojos;
escucharme sin enojos,
como lo haces, amor es:
mira aquí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.
DOÑA INÉS: Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad por compasión,
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal, sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
Tal vez poseéis, don Juan,
un misterioso amuleto
que a vos me atrae en secreto
como irresistible imán.
Tal vez Satán puso en vos:
su vista fascinadora,
su palabra seductora,
y el amor que negó a Dios.
¡Y qué he de hacer ¡ay de mí!
sino caer en vuestros brazos,
si el corazón en pedazos
me vais robando de aquí?
No, don Juan, en poder mío
resistirte no está ya:
yo voy a ti como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan!, yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
o arráncame el corazón, o ámame porque te adoro.


Y desde mi modesta percepción como espectadora: Don Juan Tenorio era él, él, el que nació de la pluma de Zorrilla, el auténtico.

¡Me encantó! ¡Me encantó! ¡Me encantó!
¡Yupi! ¡Yupi! ¡Yupi!

2 secretos:

Gala dijo...

Me siento tan burra... Para un acontencimiento cultural de esta embergadura que se organiza de manera gratuita, voy y me lo pierdo. Seguro que si hubiera pagado la entrada no habría faltado. La verdad es que me pesó perdérmelo: el primer día, porque quedé con unas amigas para hacer unas compras (es decir, ellas hacían las compras y yo observaba), y el segundo porque me deprimió la compañía: una amiga y su novio, por las calles de Vegueta, tan enamorados, con Don Juan y Doña Inés... No. No pude. Haberme obligado a quedarme hubiera sido cruel... Así que me fui...

De todas formas, gracias por el fragmento: más vale pájaro en mano...

Anónimo dijo...

No deja de ser loable... pero recuerda que ese es el mismo Don Juan que tanto reponía la España franquista... Para Don Juan, el de Azorín, el de Torrente Ballester... sin arrebatarle méritos a Zorrilla, ni a la iniciativa capitalina, ¡ESTE NO ES MI DON JUAN!