Lanzarote

13 de enero de 2009

Todos los cambios radicales que le he dado a mi vida han sido producto de impulsos, de decisiones espontáneas que han aparecido en mi mente casi por sorpresa. Y hasta ahora en todas subyacía el simple deseo de enriquecimiento personal. Excepto la última. Mi exilio se lo debo a otro tipo de motivaciones menos "placenteras"... en principio. Salvo muchísimas vacaciones de verano en esta isla cuando era pequeña, nada me unía a Lanzarote. Para mí sólo era una isla "menor" que jamás podría aportarme más que unos días de descanso, playa y bonitos paisajes. Hasta ahora. Porque un día decidí que no se puede desear no estar en el sitio donde cierras los ojos cada noche y los vuelves a abrir cada mañana. Porque cuando estamos dispuestos a disfrutar un lugar éste termina regalándonos el tesoro que nos guardaba y que lo trasciende.

Y en agradecimiento a Lanzarote y sus (mis) tesoros traigo una de sus leyendas.

LA MAGIA DE ICO

Martín Ruiz Avendaño, en su barco, fue llevado por un temporal a Lanzarote, en el siglo XIV. Tuvo la suerte de ser bien acogido por Zonzamas, el gran rey de esta isla, y vivió en ella cierto tiempo, agradablemente sorprendido por la hospitalidad de aquella gente. A decir verdad, otra razón le detuvo también, se trataba de Fayna, la reina, una mujer de espléndida belleza que cautivó de inmediato al capitán vizcaíno. A los nueve meses de la llegada del marino, Fayna tuvo una preciosa niña a quien puso por nombre Ico. El hecho de que la niña fuese rubia y de piel blanquísima dió lugar a que muchos pensasen que había nacido como fruto de los amores de la reina y el extranjero. Al poco tiempo, Martín Ruiz de Avendaño partió nuevamente en su barco y nunca más se supo de él.

Cuando Zonzamas murió, le sucedió su hijo primogénito, Tiguafaya. Sin embargo, poco después, el nuevo rey fue hecho prisionero por unos piratas españoles, siendo vendido como esclavo junto a su mujer y a setenta lanzaroteños más.

De esta manera, Guanarteme, otro hijo de Zonzamas, se convirtió en el jefe supremo de la isla. Este nuevo rey se había casado con su bella hermana Ico, costumbre muy enraizada en los aborígenes de algunas de las islas del archipiélago. Tampoco duró mucho este monarca, dado que murió en uno de los ataques que los mercaderes de esclavos hicieron a Lanzarote.

Guanarteme e Ico habían tenido un hijo que se llamó Guardafía, el cual iba a ser nombrado nuevo rey de la isla, sin embargo, un pariente suyo llamado Atchen, poderoso gobernador de una zona de Lanzarote, reivindicó la monarquía para su persona. Alegaba Atchen que Ico no era hija de Zonzamas, sino de un español y que su hijo no era descendiente directo de Zonzamas. Por lo tanto, según él, no le correspondía ser rey.

Se reunió el consejo de nobles y decidió que Ico debía someterse a una prueba que determinase su origen real, sin lugar a dudas. Cuando llegó el día en que dicha prueba debía celebrarse Ico, junto a tres mujeres, fue conducida a una gruta, en cuya entrada se encendió una hoguera con ramas verdes. Con hojas de palmeras el humo fue obligado a introducirse en la cavidad. Si Ico no moría de asfixia sería señal de que su sangre era totalmente real.

Tiempo más tarde, tras apagar la hoguera, los nobles lanzaroteños entraron en la cueva y encontraron a las tres mujeres muertas. Detrás de ellas estaba Ico en pie, con su cuerpo ennegrecido por el humo, mirándoles retadoramente a la cara, caminando desafiante hacia ellos, saliendo ilesa a la luz rojiza del atardecer, escuchando los vítores de la asombrada multitud, abrazando a su hijo Guardafía, el nuevo rey de la isla...

Aunque pocos lo sabían, el "milagro" tenía una explicación muy simple. Antes de entrar en la gruta, una anciana, amiga de Ico, le entregó una esponja mojada en agua, aconsejándole que se la aplicase en la boca y respirase a través de ella. Así lo hizo y así salvó su vida.

3 secretos:

noe dijo...

Con la leyenda que has publicado, he recordado el día en que me ofrecí para ayudar a mi hermano mayor con un trabajo del colegio, tenía que pintar lo que aquí se cuenta, todavía recuerdo lo difícil que era dibujar a Ico con la esponja en su cara...
Besos

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la historia! no la había leído nunca entera! solo el final! lo de la princesa y la esponja! o por lo menos eso es lo único que recuerdo!

Y me gusta tu reflexión positiva del lugar en el que te acuestas y te levantas! yo hago lo mismo cada día...desear estar aquí en vez de tu exilio o de otro lugar...

Dácil

Anónimo dijo...

Aprendi mucho